Es ideal para paredes irregulares ya que proporciona un acabado indefinido y texturado. Se puede realizar sobre cualquier superficie asegurándote siempre que tenga la preparación adecuada.
Sobre una base se aplica una pintura o se combinan dos colores. El truco de esta técnica está en no recubrir la superficie completamente. Se van dando brochazos al azar y se van suavizando para conseguir diferentes sombreados. La pintura se debe diluir hasta que tenga una consistencia clara y ligera aproximadamente 1 parte de pintura por 5 partes de agua, para que quede transparente. No es aconsejable dar un tono más claro que la base, ya que el color del fondo se impondría y apenas se vería el color. Para el color de base es preferible pintura plástica satinada.
- Preparación de las paredes, estucado de grietas y agujeros. Aplicación del color de base con rodillo.
- Para la primera capa de color se diluye la pintura (1:5). Se utiliza una brocha de ancha de aprox. 10 cm y se empieza a pintar la pared de abajo a arriba en diagonal. No cargues en exceso la brocha porque gotearía.
- Se deben de dar brochazos muy marcados levantando ligeramente la brocha cuando llegas el final para que este quede ligeramente difuminado.
- No insistas encima de una zona que haya quedado parcheada porque te quedara cada vez más oscura. Se puede arreglar con la segunda pasada. Y si aun así queda muy parcheada se puede utilizar una esponja para difumar los bordes.
- Antes de que la pintura se seque difumina los bordes con una brocha húmeda, pasándola en la dirección de los brochazos. Si la pintura te ha goteado eliminas las manchas con un trapo suave, limpiándolos en la misma dirección que los brochazos.
- Cuando la primera capa este seca aplica una segunda, cruzando los brochazos también hacia arriba, pero procurando no pasarlos en la misma dirección que los anteriores. Si te han quedado espacios vacíos puedes retocarlos con una esponja humedecida en pintura.
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