lunes, 5 de agosto de 2013

EL COLOR Y LA LUZ

Nuestra percepción de los colores depende de la luz con la que los vemos, de modo que el mismo color se puede percibir como vibrante o apagado según su iluminación.

Cuando se plantea un esquema cromático para una habitación, hay que valorar primero la calidad de su iluminación natural. La luz juega malas pasadas a los colores, de modo que un amarillo puede  resultar vivo o brillante con la luz del sol o apagado y triste en un lugar poco iluminado.

El tipo de luz cambia en las diferentes latitudes. Por ejemplo en el norte de Europa el cielo suele estar cubierto, lo que crea una neblina gris que no se da en el sur. Por esta razón los colores cálidos y apagados gustan tanto. Más al norte solo hay unas pocas horas de sol en invierno, y por eso en los hogares suecos abunda el amarillo y el azul porque sugiere el sol y el cielo, o  los verdes para sustituir los colores de la hierba y de los árboles que están cubiertos de nieve en invierno. 
Bruma I
En el Mediterráneo quedan especialmente bien los colores de la tierra, el terracota, el ocre y los azules intensos. Estos brillan y reflejan la luz de manera espectacular, pero serian demasiado chillones y agobiantes en Inglaterra.


Las habitaciones que miran al norte tienden a tener una luz clara, normalmente la óptima para contemplar los colores, por eso muchos artistas orientan sus estudios al norte. Sin embargo este tipo de luz puede hacer que una habitación resulte fría y severa (el color blanco en este caso quedara opaco).

Las habitaciones orientadas al sur suelen ser lo contrario, tienen una luz natural cálida y suave, y generalmente les van bien los colores claros y brillantes.

Las habitaciones orientadas el este tienen luz por la mañana, pero son tristes por la tarde. Necesitan colores que las caliente la última parte del día.

Las habitaciones orientadas al oeste reciben una luz cálida por la tarde y pueden decorarse con colores fríos, y detalles cálidos para evitar la frialdad de las mañanas.

LAS TEXTURAS
Cada superficie tiene una textura específica y la luz que choca contra ella se absorbe, refleja o se filtra de distintas formas, alterando el modo en que se percibe el color, por eso es muy importante conseguir en una habitación un equilibrio entre en las texturas y un contraste entre los tonos. Si todas las superficies son parecidas, el resultado será más bien unidimensional.

Un ambiente en el que toda la superficie es brillante puede resultar deslumbrante o incluso inquietante. Una habitación con acabados mates puede ser demasiado apagada y posiblemente sofocante, porque la mayoría de la luz es absorbida por las paredes, el suelo y el mobiliario. Una superficie que permite la entrada de mucha luz tiende a crear un efecto etéreo, incluso inestable. El esquema acertado debe incluir una combinación de los tres tipos de textura.

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